Análisis

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Cuanta sed y geltru

Después de habernos puesto en presencia de Dios nuestro Padre para adorarle, amarle y bendecirle, el Espíritu filial hace surgir de nuestros corazones siete peticiones, siete bendiciones. Lo propio del amor es pensar primeramente en Aquél que amamos. Porque nuestro Padre cumple su plan de salvación para nosotros y para el mundo entero por medio del Nombre de Cristo y del Reino del Espíritu Santo. Así es como, en la adoración, esta invocación se entiende a veces como una alabanza y una acción de gracias cf Sal9; Lc 1, Desde la primera petición a nuestro Padre, estamos sumergidos en el misterio íntimo de su Divinidad y en el drama de la salvación de nuestra humanidad. Lo que se manifiesta de Él en la creación y en la historia, la Escritura lo llama Gloria, la irradiación de su Majestad cf Sal 8; Is 6, 3. Por eso, los justos de la Antigua Alianza, los pobres que regresaron del exilio y los profetas se sintieron inflamados por la pasión por su Nombre. Tal es la exigencia de nuestra primera petición. Y lo pedimos todos los días porque faltamos diariamente y debemos purificar nuestros pecados por una santificación incesante [

Amor – Caridad

Recibe el Espíritu. En ti debe acaecer una fuente, nunca un depósito, de donde se pueda dar algo, denial donde se acumule. Cuando nos va mal, confesamos en la tribulación nuestros pecados; cuando nos va bien, confesamos o tributamos alabanzas a Dios en el regocijo de la justicia. Al Señor. Es pronto todavía. Vuelve frontal a tu corazón; como en un destierro andas errante fuera de ti. Tienes arriba el Cristo dadivoso, tienes abajo el Cristo menesteroso.

Más reciente

La Iglesia lo profesa en el Alegoría de los Apóstoles primera parte y lo celebra en la Liturgia sacramental segunda partepara que la vida de los fieles se conforme con Jesucristo en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre tercera parte. Por tanto, este misterio exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relación viviente y personal con Jesucristo vivo y verdadero. Esta relación es la oración. El que se humilla es ensalzado cf Lc 18, La humildad es la base de la oración. La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el facultad de la oración: el hombre es un mendigo de Dios San Agustín, Sermo 56, 6, 9.

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